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HISTORIA DE LA FILOSOFIA GRIEGA IIOverlay E-Book Reader
Javier Gálvez

HISTORIA DE LA FILOSOFIA GRIEGA II

Sócrates y los clásicos

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Produktdetails

Verlag
Books on Demand
Erschienen
2020
Sprache
Espanol
Seiten
246
Infos
246 Seiten
ISBN
978-84-13-26650-3

Kurztext / Annotation

¿Quién puede dar una definición univoca de lo que es bien? ¿Y de lo que es virtud? ¿Y de lo que es bello? Las ideas de las cosas (mesa, caballo, árbol) ¿residen en nuestra mente como arquetipo o son una abstracción, resultado de nuestras experiencias sensibles? Vivir según la naturaleza ¿implica aceptar lo que la naturaleza nos impone o somos nosotros libres de influir sobre ella? Eran las preguntas que los filósofos éticos se hicieron cuando, abandonada la filosofía física de los presocráticos, dirigieron su atención al hombre. La filosofía no es una ciencia para iniciados. Todos los días, en nuestras familias, en el trabajo, en el restaurante, hacemos razonamientos filosóficos, porque la filosofía es de todos.

Javier Gálvez, entre varios ensayos y traducciones, ha escrito una Historia de la Filosofóa con puras finalidades divulgativas, que ha llegado al VIII tomo de los diez previstos. Amante de la naturaleza, de los animales, de la verdad, vive en las nubes, entre Málaga y Galápagos.

Textauszug

Sócrates (469 - 399 a.C.)

La vida.

Sócrates nació en el año 469 a.C. (el cuarto año de la LXXVII Olimpiada) en Alopeca, un pueblo a media hora de camino de Atenas, hijo de Sofronisco, cantero, y de Fenareta, obstetriz. Para los amantes de la astrología reportamos aquí la indicación de Diógenes Laercio, que precisa que Sócrates nació el día 6 del mes de Targelión, o sea del mes de Mayo. Era por tanto del signo del Toro.

Es posible que aprendiera de su padre el arte de esculpir el mármol y nos cuenta Diógenes Laercio que "aseguran muchos que las Gracias vestidas que están en la roca (en el Acrópolis de Atenas) son de su mano".

Desde muy joven llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que argumentaba con los ciudadanos jóvenes y aristocráticos de Atenas. Por este motivo (siempre Diógenes Laercio nos cuenta) "Critón lo sacó del taller del padre y se aplicó a instruirlo, prendado de su talento y espíritu".

Fue discípulo de Anaxágoras, pues de Damón y, finalmente, de Arquelao el físico, del cual fue erómenos . Con este viajó a Samos, a Delfos y al Istmo. No tuvo la oportunidad, entonces, de peregrinar mucho ni de ir muy lejos de su ciudad, sino cuando fue necesario en ocasión de prestar el servicio militar en las numerosas guerras en las cuales intervino Atenas.

Era versátil en geometría y en astronomía, según refieren Platón en el Fedón, y Aristófanes en Las Nubes. Aprendió también a tocar la lira diciendo que "no hay absurdo alguno en querer aprender cualquier cosa que uno ignore".

Danzaba, también, con frecuencia, teniendo este ejercicio por muy conveniente a la salud del cuerpo. Igualmente, teniendo mucho cuidado de ejercer su cuerpo, y siendo de buena constitución, se mantenía vigoroso con constantes ejercicios físicos.

Todos conocemos el aspecto de Sócrates. Más de una estatua nos muestra esa cara redonda, con ese cráneo pelado, esa nariz ancha y gruesa, esa boca grande y carnosa, y esos ojos prominentes, pero profundos. Para completar la imagen de un verdadero sileno , el de un duende, para entendernos, sabemos que era también bajo de estatura. No era un mister universo , más bien era bastante feo, pero bellísimo en su interior: moralmente íntegro, bueno, honesto, tolerante, generoso.

Era de constitución robusta y militó en el ejército ateniense como hoplita . Hoplita era el nombre del soldado de infantería pesada en uso en la táctica militar en la antigua Grecia. El equipamiento incluía un grande escudo, generalmente redondo, y una larga jabalina. El cuerpo estaba protegido por una pesante coraza y un grande yelmo, ambos de bronce. Para participar a la infantería hoplita era por tanto necesario ser fuerte, como él lo era, y además ser preparado a un duro y constante entrenamiento.

Sócrates fue un buen soldado. Entre los años 441 y 439, a la edad de veinte y ocho años, participó en las operaciones militares en Samos, en las cuales, como recordamos, Meliso, el filósofo físico de la escuela eleática, discípulo de Parménides, derrotó a los atenienses en una famosa batalla naval.

En el 432, a los treinta y siete años, a los albores de la guerra del Peloponeso, lo embarcaron junto con otros dos mil atenienses y lo enviaron a combatir a Potidea. Allí peleó valerosamente y consiguió la victoria, pero él la cedió voluntariamente a Alcibíades a quien quería mucho, y a quien, en esa ocurrencia, también salvó la vida. Ocho años después del asedio de Potidea, en el 424, lo encontramos nuevamente combatiendo contra los Beocios.

En el 422, a los cuarenta y siete años, lo llamaron nuevamente a las armas y participó en la campaña de Anfípolis y dada la batalla junto a Delio, salvó a Xenofonte, su amigo y discípulo, que había caído de caballo. Los atenienses, que habían perdido la batalla, huían por todo lado, mas é

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