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Produktdetails

Verlag
Books on Demand
Erschienen
2020
Sprache
Espanol
Seiten
145
Infos
145 Seiten
ISBN
978-84-13-26659-6

Kurztext / Annotation

Cuando Descartes publicó, a finales de 1637, el Discurso del Método, se encontró envuelto en una serie de polémicas sin terminar que afectaron profundamente su vida personal y profesional. La demostración de la existencia de Dios, que Descartes proponía en la cuarta parte del Discurso, fue juzgada insuficiente e inconsistente. Fue necesario para Descartes, por tanto, poner nuevamente mano a la obra para aclarar, o quizá, corregir la impostación que él había dado a la demostración de la existencia de Dios. Nació de esta manera uno de los más grandes trabajos que la mente humana haya producido: las Meditaciones metafísicas, que cualquier mente pensante de nuestros tiempos debería teener constantemente a portada de mano. Por las razones ante dichas es aconsejable leer los dos ensayos seguidos.

Javier Gálvez ha escrito entre varios ensayos y traducciones (entre las cuales el libro que ahora presentamos) una Historia de la Filosofía que ha llegado al octavo tomo (de los diez previstos) y una traducción completa de la Divina Comedia de Dante Alighieri.

Textauszug

Meditaciones metafísicas

René Descartes

Meditaciones Metafísicas

Meditaciones acerca de la filosofía primera,

en las cuales se demuestra la existencia de Dios,

así como la distinción real

entre el alma y el cuerpo del hombre

Introducción

Cuando Descartes publicó, a finales de 1637, el Discurso del Método (título original Discourse de la méthode pour bien conduire la raison et chercher la verité dans les sciences ) se encontró envuelto en una serie de polémicas sin terminar que afectaron profundamente su vida personal y profesional. Aunque la obra fuera un éxito literario, fuera traducida al latín, el idioma de la cultura en esa época (la primera edición fue publicada en francés), y fuera bien vendida, las críticas fueron ásperas y, a veces, violentas. La demostración de la existencia de Dios, que Descartes proponía en la cuarta meditación del Discurso , fue juzgada insuficiente e inconsistente hasta por su mismo alumno predilecto Henry Le-Roy (latinizado Regius ), que comentó sencillamente que para creer en Dios "era suficiente la fe".

Las polémicas en las que se encontró abarcaban, además, el tema del libre arbitrio, que nunca había sido abandonado en los Países Bajos desde cuando, a principios del siglo, los teólogos holandeses se encontraron divididos entre las teorías de Franziscus Gomar (latinizado Gomarus ) y Johannes Harmensen ( Arminius ). Los primeros (llamados gomaristas ) sostenían la tesis agustiniana de que Dios había elegido, por el principio de su precognición, cómo el hombre debía comportarse para alcanzar la salvación, aun en el ejercicio de su libre arbitrio. Los segundos, los arminianos , calvinistas protestantes (eran llamados remonstrans = protestante) sostenían que la predestinación era casual y, por tanto, nada podía hacer la fe para garantizar al individuo un lugar en el cielo. Descartes sostenía la posición de Arminio, que había sido profesor de la Universidad de Leiden, y donde él aspiraba asumir un cargo académico o, por lo menos, vender sus libros como textos de estudio. Su posición fue ásperamente criticada, especialmente si consideramos un ambiente, como era el de los Países Bajos de esos días, donde, aun siendo considerado el País de las libertades , el enfrentamiento entre cristianos ortodoxos y protestantes era todavía vivo y aun no definido.

Las polémicas sobre el "personaje" Descartes continuaron a crecer encontrando, además, terreno fértil en el carácter colérico e intransigente del francés, que a menudo respondía con insultos y frases injuriosas a las acusaciones de sus detractores. Comenzaba, también, poco antes del año '40 una larga y directa polémica con un teólogo de la Universidad de Utrecht, Gisbert Voët (latinizado Voetius , que luego del alejamiento de Descartes se convertiría en el Rector de dicha institución), que acusaba a Descartes de ser ateo.

Fue necesario para Descartes, por tanto, poner nuevamente mano a la obra para aclarar o, quizá, corregir la impostación que él había dado a la demostración de la existencia de Dios. Nació de esta manera uno de los más grandes trabajos que la mente humana haya producido: las Meditationes de prima philosophia , obra que es oportuno, y necesario, leer, por cuanto ante dicho, unidamente al Discurso del Método .

Comenzada a escribirla en la segunda mitad del 1639, hacia abril-mayo de 1640 la obra estaba terminada. Como el Discurso , las Meditaciones fueron divididas en seis capítulos, seis meditaciones, como seis jornadas en cada una de las cuales se desarrollaban reflexiones sobre argumentos diferentes que convergían, por diferentes caminos, a la demostración clara y distinta de la existencia de Dios. Para ello, a diferencia del Discurso

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